HOY MADURO SE AFERRA AL PODER UNA VEZ MÁS

Nicolás Maduro consolidó lo que desde los últimos años del gobierno de su antecesor Hugo Chávez era un presagio: que el hiperliderazgo del Chavismo tendría un final crítico. Hoy, el excamionero ungido por Chávez antes de su muerte se aferra más al objetivo de ser el hombre más poderoso de Venezuela, ese mismo que se trazó en un discurso que paralizó al país suramericano aquel 5 de marzo de 2013 cuando falleció el “comandante presidente”. Una Venezuela que vio su riqueza a principios del 2000 en forma de barriles de petróleo y su decadencia en la escasez de gasolina, y servicios básicos como agua, luz y hasta salud.

“Nosotros, sus compañeros civiles y militares, asumimos, comandante Hugo Chávez, su herencia junto al pueblo. Sus banderas serán levantadas con honor y dignidad”, rezó en ese entonces Maduro, con la voz entrecortada y vestido de blanco, anunciando así la muerte del hombre del Golpe Militar fallido y que después logró el poder en las urnas, las expropiaciones y el Socialismo del Siglo XXI. El presidente comandante al que lleva casi seis años intentado suceder.

Cumpliendo su promesa de ser el empoderado del Chavismo, hoy Maduro toma posesión para un nuevo periodo presidencial de seis años, condenado por gran parte de la comunidad internacional –excepto países como Bolivia, China, México, Rusia y Turquía– y para un mandato que augura tiempos difíciles para la diplomacía debido a las sanciones que hay sobre su gobierno y los países que se niegan a tratar con él mientras sea el dictador verdugo del pueblo venezolano.

El día del déspota

“A partir de este 10 de enero se erige en su capacidad dictatorial. Será un referente de análisis importante para las Ciencias Políticas en el siglo XXI”. Así lo explica Nicmer Evans, exchavista y vocero del Movimiento por la Democracia y la Inclusión. Para Evans, quien desertó de sus filas en 2012, “el chavismo no se pierde con Maduro, se empieza a perder con Chávez. Su degeneración en el poder se evidenciaba en los últimos años de gobierno”.

Con su posesión, hoy el caraqueño de 56 años se ancla al timón de una de las naciones menos democráticas del mundo y con mayores registros de represión, según datos del Índice de Democracia de la revista The Economist y Freedom House, que revisan cómo está la libertad en el mundo. La falta de un sistema democrático legítimo se evidencia en esas 10 veces que apareció en el tarjetón electoral el pasado mayo de 2018, argumentando que la misma cantidad de movimientos lo apoyaban.

Se le suma una crisis económica que tiene a los supermercados vacíos y al pueblo saliendo a pie rumbo a los países vecinos para buscar las oportunidades que ya no existen en Venezuela. Y es que según Evans, “Maduro ha profundizado lo peor de la última etapa de Chávez. Él ha exacerbado todos sus errores en el ámbito económico y su incapacidad de poder corregir”.

Para Félix Seijas, profesor de la Universidad Central de Venezuela, “el 10 (hoy) debería haber sido un punto importante aprovechado como una señal en el camino que pudiese marcar una inflexión. Una oposición organizada podría haber utilizado esta fecha para aumentar la presión y como parte del plan para lograr la transición”. Pero ese es, justamente, el aspecto del que carece Venezuela hoy.

Si bien hay figuras claves como Henry Falcón, Enrique Capriles, Leopoldo López y Maria Corina Machado, politólogos venezolanos consultados para este artículo indican que la oposición se debilitó a partir de la elección de la Asamblea Nacional de 2015, cuando el fin común se desdibujó y empezaron las disputas para hacerse de ese capital electoral que quedaría al momento de la caída del gobierno y les permitiría llegar al poder.

No ocurrió, Maduro volvió a convertirse en presidente –en unos comicios cuestionados por parte de la comunidad intenacional– y ahora el futuro es aún más incierto.

Limbo y éxodo venezolano

Ronal F. Rodríguez es investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y lleva quince años estudiando al país vecino. Para este politólogo “el caso venezolano es emblemático y demuestra que la desestructuración del Estado y las malas decisiones pueden llevar a un país a fracasar”. La nación acumuló una serie de errores entre administraciones cuestionables y malas políticas económicas, cuyas consecuencias empeoraron con la caída del precio del petróleo y la llegada al poder de un hombre que no ha sabido manejar el país.

Pero, después de la toma de posesión de hoy, ¿qué tan lejos está el fin de Maduro? La Iglesia Católica venezolana, un país de tradición religiosa, aseguró que no reconocerá su nuevo mandato. El resto de frentes políticos ajenos al Chavismo, y hasta líderes dentro de este movimiento como el propio Nicmer Evans o renombradas figuras como la fiscal Luisa Ortega también dieron la espalda al periodo que comienza para el mandatario venezolano, y la presión internacional está sobre el gobierno.

EL COLOMBIANO