Antioquia, apegada a la tradición en elecciones.

Históricamente Antioquia ha apoyado a candidatos conservadores, quienes no necesariamente se han postulado en nombre de ese partido, pero defienden los ideales que representa. Es decir: la defensa de la familia, el apoyo a la propiedad privada y la promoción de los valores católicos. El departamento, además, es un objetivo de alto valor electoral, pues es el segundo lugar con mayor potencial de todo el país.

En esta elección, de los 36.227.267 de ciudadanos habilitados para votar, 4.726.629 son paisas. Si se tiene en cuenta el abstencionismo histórico (cerca del 50%), no menos de dos millones acudirán a las urnas el domingo. Según Germán Sahid, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, “Antioquia, Bogotá y la Costa Caribe, son los grandes fortines a la hora de las elecciones”.

En ese sentido, Carlos Arias, docente de la maestría de Comunicación Política de la Universidad Externado, sostiene que en términos de peso electoral “Antioquia ha sido importante para las elecciones nacionales, además su influencia está ligada a la región del eje cafetero: Caldas, Quindío y Risaralda. Es una región conservadora que defiende los valores tradicionales y por eso vota por candidatos que enarbolan ese tipo de banderas”.

La historia

Desde 1994 la inclinación del departamento ha sido por aspirantes de derecha y, al parecer, esta vez, no va a ser la excepción. En 1994 Antioquia votó por Andrés Pastrana, de origen conservador como su papá el expresidente Misael Pastrana, pero en esa ocasión lo hizo a nombre de la Nueva Fuerza Democrática, un movimiento que creó para acoger el respaldo de la colectividad y otras fuerzas políticas, pasando como una candidatura independiente.

Logró una ventaja considerable, al menos en el departamento, contra su contendor Ernesto Samper, aunque este último fue quien llegó a la Presidencia, la región en las urnas reflejó una decisión diferente: de los 845 mil votos en segunda vuelta, Pastrana llevó la mayor parte con 473 mil, (55.9%) y Samper tuvo 360.054 (42.5%).

La tendencia de apoyo a los candidatos de perfil conservador se mantuvo cuatro años después cuando de los 3.613.278 votos que logró Pastrana en primera vuelta 457 mil los aportó Antioquia.

En segunda vuelta el respaldo se multiplicó en el departamento y le significó a Pastrana 886.712 votos con el 62% y, lejos, con el 34% de los votos y quedó Serpa con 484.526.

Fenómeno Uribe

En 2002 el departamento fue protagonista en el triunfo de Álvaro Uribe, esta vez en primera vuelta, de los 5.862.655 apoyos que logró el entonces candidato, 933.161, el 16%, fueron aportados por Antioquia. La diferencia entonces fue radical, Serpa solo tuvo 225.000 votos y Noemí Sanín 138.432. Tan clara fue la tendencia en esta ocasión que el hoy senador Uribe alcanzó el 66% de 1.440.081 votos.

Pareciera que el voto en Antioquia tiene memoria. El fenómeno se repitió cuatro años después, también en primera vuelta. De los 7.397.835 obtenidos por el entonces presidente candidato, 1.108.085 fueron aportados por el departamento, superando de lejos a su contendor Carlos Gaviria Díaz, quien apenas logró 279.775 apoyos y también es originario de la región.

En ese momento el potencial electoral del departamento era de 3.402.177 personas.

La tradición continuó en el 2010 cuando Juan Manuel Santos de origen liberal, pero en esta ocasión de la mano del exmandatario Álvaro Uribe se lanzó en la conquista por la Presidencia.

En esa elección Santos logró en la primera vuelta 6.802.043 apoyos de los cuales 860.424 fueron de Antioquia. La votación con tendencia uribista del departamento se repitió a favor de Santos que dobló a su contendor Antanas Mockus, quien solamente alcanzó 395.390 votos.

La fidelidad del voto antioqueño se puso a prueba en la segunda vuelta. Santos logró 9.004.221 y Mockus 3.588.819. En la región se mantuvo la tendencia, el derrotado fue el profesor y exalcalde de Bogotá, quien planteaba una campaña renovadora, ajena a la política tradicional y catapultada entonces por la Ola Verde, solo tuvo 416.394 votos.

La tradición y fuerza electoral de Uribe se impuso, como de costumbre y fue Antioquia una de las regiones en la que más ventaja logró Santos, quien llegó a 1.227.089 votos.

La prueba de fidelidad

En la segunda elección del hoy presidente Juan Manuel Santos los votos que lo llevaron a ocupar la presidencia en la primera ocasión y que llegaron de la mano de Uribe cambiaron de bando. Nuevamente, mantuvieron la tendencia. En la primera vuelta Zuluaga obtuvo 3.769.005 votos de los cuales Antioquia aportó 665.160. Santos solo 286.742, incluso por debajo de la segunda votación en el departamento que se la llevó Marta Lucía Ramírez con más de 334 mil sufragios.

En la segunda vuelta el apoyo no cambió. De los 6.917.001 obtenidos por Zuluaga, 1.139.007 los aportó el departamento, mientras que de los 7.839.34 obtenidos por Santos solo 704.585 fueron cosecha en tierra paisa. Es decir, menos del 10%.

Los motivos

El director del Observatorio de Procesos Electorales de la Universidad del Rosario, Yann Basset, sostiene que Antioquia es una zona donde el regionalismo es fundamental. En término de votos es el segundo del país con más peso, todos sabemos para dónde se inclina la balanza en ese departamento. Es por eso que en elecciones los sectores conservadores saben que es fundamental obtener un buen resultado en Antioquia que permita llegar a una segunda vuelta en posición favorable.

Según dijo, la región tampoco se puede decir que sea homogénea pues hay una tradición liberal en zonas como Urabá y Magdalena Medio, de hecho Antioquia también pone un número importante de congresistas que son de la colectividad. Pero, para presidenciales, ese sector no se puede considerar determinante.

La abstención

Más allá de la disputa electoral la apatía también ha sido decisiva. Por ejemplo, en el 2002, el potencial electoral superaba por poco los 3 millones. Sin embargo, el total de sufragantes solo llegó al 1.440.081. Es decir, menos del 50% de la población participó, un porcentaje similar al nacional. El fenómeno se repitió en la pasada elección (2014), de los 3.860.184 antioqueños habilitados para participar solo 1.821.368 ejercieron su derecho.

Para Yann Basset, en el departamento de Antioquia “hay una tendencia muy importante a la abstención, particularmente en la elección presidencial, y esto tiene mucho que ver con que en el departamento existe una tendencia, minoritaria, valga decirlo, que no es uribista y que busca una opción y no la encuentra. Una tendencia que el fajardismo no ha logrado capitalizar”.

Por último, Germán Sahid, defiende la posición de los abstencionistas pues “es tan democrático participar como no hacerlo. Además, algo muy colombiano es que desconfía de los líderes políticos que aspiran al poder. El asunto es claro, así lo reflejan los resultados presidenciales”.

Y agrega: “En Antioquia no solo priman los valores morales de la sociedad, también los valores económicos en los cuales se entiende que es la propiedad la que forma ciudadanos”.

FUENTE EL COLOMBIANO