Colombianos siguen ‘rajando’ al Gobierno Santos.

La última encuesta de Opinión Pública que dio a conocer Yanhaas muestra que un 73% de los colombianos desaprueba la gestión del Gobierno de Juan Manuel Santos, mientras que solos un 19% la aprueba. Según la medición el 4% no aprueba ni desaprueba y el 4% restante no sabe o no responde.

Según el estudio a inicios del 2018 la desfavorabilidad del mandatario estaba en un 76% y alcanzó su pico más alto, 80% el 22 de abril del presente año. La favorabilidad más alta fue registrada el 15 de marzo con un 19%.

El gabinete ministerial no está en una mejor situación, el 73% de los colombianos desaprueba la gestión de los 16 jefes de cartera mientras que solo el 15% aprueba el trabajo. El 6% de los colombianos contestó que le es indiferente la gestión del Gabinete y el mismo porcentaje aseguró que no sabe o no quiso responder a la pregunta.

La implementación del acuerdo entre el Gobierno y la extinta guerrilla de las Farc también tiene números rojos, según la medición el 69% de los colombianos desaprueba la gestión en materia de paz, el 26% la aprueba, al 4% le es indiferente y el 2% no sabe o no responde.

En cuanto al progreso económico la mayoría de los colombianos (89%) sostuvo que el crecimiento está estancado o en retroceso y solo el 10% siente que la situación está mejorando. Sin embargo, llama la atención que el 33% de las familias colombianas sienten que su percepción económica mejora mientras que el 21% no son tan optimistas.

En ese sentido el 76% de los colombianos siente que el país va por mal camino y solo el 18% ve con buenos ojos el avance del país. Por último, frente a las expectativas del país el 41% de los colombianos no se siente ni optimista ni pesimista, mientras que el 25% es optimista y el 32% es pesimista.

FUENTE EL COLOMBIANO

Duque supera a Petro en 18 %, voto en blanco crece.

El sector político de centro, que quedó suelto tras la primera vuelta y que ahora tendría la llave del triunfo en segunda, ha sido más capitalizado en esta etapa final por Iván Duque y el voto en blanco que por Gustavo Petro.

Esa es la conclusión de La Gran Encuesta, realizada por Yanhaas para la alianza de medios, que señala que el candidato del Centro Democrático, con el 52 % de intención de voto, le tomó una ventaja de 18 puntos al de la Colombia Humana, quien sacó el 34 %.

En la anterior medición la diferencia entre el primero y el segundo era de solo 9 puntos. Después de una semana de adhesiones de partidos y dirigentes, Duque creció 17 puntos y Petro, 8 puntos.

Según Oswaldo Acevedo, presidente de YanHaas, la probabilidad de que esas cifras cambien es poca. “Esto viene estable desde el 11 de marzo; las proporciones son muy parecidas. Casi se podría decirque Colombia eligió presidente ese día”.

¿Por qué crece más Duque?
Nicolás Liendo, vicedecano de la Escuela de Política de la U. Sergio Arboleda, manifestó que es muy difícil que Petro pueda torcer los guarismos.

Agregó que Duque ha logrado mantener la ventaja y sumar las maquinarias electorales de los partidos tradicionales, mientras Petro ha despertado más rechazos que adhesiones de los líderes de opinión de su sector político.

Los apoyos que viene recibiendo Duque desde distintos sectores han hecho que crezca significativamente, advirtió Jaime Carrión, docente del área de Partidos Políticos de la U. Nacional. “Petro mantiene un crecimiento importante, aunque no disminuye la distancia con Duque, por lo que es una amenaza seria para este, que no para de crecer”.

No obstante, para Miguel Silva, docente de Ciencia Política de la U. Pontificia Bolivariana, ninguno de los dos candidatos ha logrado aglutinar los votos de la tercería que consolidó Sergio Fajardo en la última semana de campaña.

¿Cómo van las regiones?

La ausencia de Fajardo ha sido aprovechada por Petro en Bogotá, mientras que en Antioquia Duque ahora cuadruplica a su contendor. En la Costa Atlántica Petro le gana por 15 puntos a Duque, mientras que en el Pacífico y el Oriente Duque supera a Petro en 20 y 31 puntos respectivamente.

Según Carlos Arias, docente de la Maestría en Comunicación Política de la U. Externado, las diferencias en la costa a favor de Petro y Antioquia a favor de Duque se mantienen y así seguirán. “Las elecciones se definen en Bogotá y Valle del Cauca”. Añadió que las acciones en terreno, en ciudades como Bogotá y Cali, y sus periferias, son el único chance que tiene Petro para salir a seducir al votante.

¿Crece más el blanco?

La intención por el voto en blanco pasó del 8 % al 14 %. Según Arias, podría dar un mensaje a las elecciones del 2019 para que los independientes tengan más eco. “Si Duque sigue creciendo, también lo hará el voto en blanco”.

Para Silva, este voto podría disminuir, según como se desenvuelva la campaña, aunque posiciones de líderes políticos defendiéndolo lo posicionan como una opción que no se puede subestimar.

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Voto en blanco, necesario, simbólico, pero estéril.

El veredicto de las urnas en la primera vuelta de las elecciones presidenciales dejó como opciones a los candidatos Iván Duque del Centro Democrático y Gustavo Petro de la Colombia Humana. Dos aspirantes con posiciones antagonistas que, en sí mismos, representan la polarización del país. Ese panorama ha generado que el voto en blanco coja fuerza entre quienes no se ven representados, una decisión que deja clara la posición política, pero que en términos prácticos no tiene ningún tipo de efecto.

El asunto es así: de acuerdo con el artículo 258 de la Constitución, “deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una Corporación Pública, Gobernador, Alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando del total de votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría”. Así las cosas, para segunda vuelta esta decisión no tiene efecto.

Los inconformes

Justamente ayer, Humberto De la Calle, quien fue el candidato oficial del Partido Liberal –que ahora está con Duque– anunció una decisión en contravía de su colectividad: votará en blanco. Su argumento es que “ninguna de las dos vías que se abren a los electores me parece óptima”, por lo que consideró esta salida como la más coherente, agregando que las posturas del Centro Democrático por la paz le eran incompatibles.

Lo mismo hizo el candidato de la Coalición Colombia, Sergio Fajardo, quien señaló: “yo votaré en blanco. En la campaña dije que ni Duque ni Petro, y no lo hice como una artimaña estratégica. Lo hice porque pienso que ninguno de los dos representa lo que nosotros queremos para Colombia”. Mientras tanto, en la Alianza Verde y el Polo Democrático, unos se van con Petro y otros se ratifican en el blanco. Ninguno le juega a Duque.

No es poco lo que está en juego, de acuerdo con los resultados de la primera vuelta, en la que participaron 19.336.134 electores, fueron casi siete millones quienes no apoyaron ni a Duque, ni a Petro, y aunque las normas electorales están dadas para que en segunda vuelta los ciudadanos se inclinen por uno de los que queda en disputa, el voto en blanco se ha convertido en la expresión del centro político.

¿Eliminarlo?

En medio de ese debate, surgió la propuesta del magistrado del Consejo Nacional Electoral, Armando Novoa, quien plantea eliminar la casilla del voto en blanco para segunda vuelta. El argumento es que el artículo 190 de la Constitución dice que en caso de que ningún candidato obtenga la mayoría en primera vuelta se hará “una nueva votación (…) en la que sólo participarán los dos candidatos que hubieren obtenido las más altas votaciones”.

A juicio de Novoa, se trata de dos candidatos, no de voto en blanco, y argumenta que por eso no existe la posibilidad de que se repitan las elecciones en segunda vuelta. “Soy el primero en reconocer el valor político del voto en blanco, eso no se puede poner en duda. Pero en este caso se trata de un debate constitucional”, afirmó.

Más allá de lo que considera Novoa, la alternativa del blanco tiene un claro mensaje de rechazo. Así lo plantea Angélica Bernal, directora de Ciencia Política de la Universidad Jorge Tadeo, quien asegura que “este es uno de los mecanismos que establecen las democracias para que la ciudadanía no conforme con los partidos participe en elecciones y exprese su inconformidad. Legitima el sistema, aunque no a sus actores”.

Bernal advierte que “no estoy de acuerdo en quitarlo como opción en segunda vuelta ya que la ciudadanía debe tener herramientas para plantear su rechazo”. En coincidencia está Nicolás Liendo, vicedecano de la Escuela de Política de la Universidad Sergio Arboleda, quien dice que “hay que jugar con las normas acordadas hace tiempo. Lo que hay que pensar es cómo mejorar la participación en el marco de una reforma política integral, por eso no creo que el camino sea su eliminación”.

Decisión política

Seguramente, el tarjetón electoral contará con tres casillas, incluido el voto en blanco que no será más que simbólico. Por eso Adolfo Maya, director maestría en Gobierno de la Universidad Eafit, dice que “en un contexto no democrático ni moderno como el colombiano, el voto en blanco es inocuo, estéril y sin gramática crítica ante las estructuras de poder. Como quedó consagrado en la organización electoral del país, es un disparo de nieve, no genera efecto político, no impacta las estructuras de poder. Es una elección que resulta infértil”.

Por ahora los partidos y los políticos se deslizan hacia alguno de los candidatos a la presidencia (Duque o Petro), unos los hacen por coherencia, otros porque prefieren arrimarse al árbol que mejor sombra da, también están los que no quieren desprenderse de la burocracia o por simple cálculo electoral. Al margen, el voto en blanco parece tomar fuerza, catapultado por posturas como las de De la Calle y Fajardo, quienes consideran que esas opciones no son buenas para el país.

De igual forma ocurre con los ciudadanos, Duque y Petro concentran la intención electoral, pero el blanco se está fortaleciendo y las elecciones del 17 de junio podrían significar un fuerte mensaje político. No se puede esperar más, porque no tiene validez jurídica para obligar a repetir los comicios.

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Antioquia, apegada a la tradición en elecciones.

Históricamente Antioquia ha apoyado a candidatos conservadores, quienes no necesariamente se han postulado en nombre de ese partido, pero defienden los ideales que representa. Es decir: la defensa de la familia, el apoyo a la propiedad privada y la promoción de los valores católicos. El departamento, además, es un objetivo de alto valor electoral, pues es el segundo lugar con mayor potencial de todo el país.

En esta elección, de los 36.227.267 de ciudadanos habilitados para votar, 4.726.629 son paisas. Si se tiene en cuenta el abstencionismo histórico (cerca del 50%), no menos de dos millones acudirán a las urnas el domingo. Según Germán Sahid, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, “Antioquia, Bogotá y la Costa Caribe, son los grandes fortines a la hora de las elecciones”.

En ese sentido, Carlos Arias, docente de la maestría de Comunicación Política de la Universidad Externado, sostiene que en términos de peso electoral “Antioquia ha sido importante para las elecciones nacionales, además su influencia está ligada a la región del eje cafetero: Caldas, Quindío y Risaralda. Es una región conservadora que defiende los valores tradicionales y por eso vota por candidatos que enarbolan ese tipo de banderas”.

La historia

Desde 1994 la inclinación del departamento ha sido por aspirantes de derecha y, al parecer, esta vez, no va a ser la excepción. En 1994 Antioquia votó por Andrés Pastrana, de origen conservador como su papá el expresidente Misael Pastrana, pero en esa ocasión lo hizo a nombre de la Nueva Fuerza Democrática, un movimiento que creó para acoger el respaldo de la colectividad y otras fuerzas políticas, pasando como una candidatura independiente.

Logró una ventaja considerable, al menos en el departamento, contra su contendor Ernesto Samper, aunque este último fue quien llegó a la Presidencia, la región en las urnas reflejó una decisión diferente: de los 845 mil votos en segunda vuelta, Pastrana llevó la mayor parte con 473 mil, (55.9%) y Samper tuvo 360.054 (42.5%).

La tendencia de apoyo a los candidatos de perfil conservador se mantuvo cuatro años después cuando de los 3.613.278 votos que logró Pastrana en primera vuelta 457 mil los aportó Antioquia.

En segunda vuelta el respaldo se multiplicó en el departamento y le significó a Pastrana 886.712 votos con el 62% y, lejos, con el 34% de los votos y quedó Serpa con 484.526.

Fenómeno Uribe

En 2002 el departamento fue protagonista en el triunfo de Álvaro Uribe, esta vez en primera vuelta, de los 5.862.655 apoyos que logró el entonces candidato, 933.161, el 16%, fueron aportados por Antioquia. La diferencia entonces fue radical, Serpa solo tuvo 225.000 votos y Noemí Sanín 138.432. Tan clara fue la tendencia en esta ocasión que el hoy senador Uribe alcanzó el 66% de 1.440.081 votos.

Pareciera que el voto en Antioquia tiene memoria. El fenómeno se repitió cuatro años después, también en primera vuelta. De los 7.397.835 obtenidos por el entonces presidente candidato, 1.108.085 fueron aportados por el departamento, superando de lejos a su contendor Carlos Gaviria Díaz, quien apenas logró 279.775 apoyos y también es originario de la región.

En ese momento el potencial electoral del departamento era de 3.402.177 personas.

La tradición continuó en el 2010 cuando Juan Manuel Santos de origen liberal, pero en esta ocasión de la mano del exmandatario Álvaro Uribe se lanzó en la conquista por la Presidencia.

En esa elección Santos logró en la primera vuelta 6.802.043 apoyos de los cuales 860.424 fueron de Antioquia. La votación con tendencia uribista del departamento se repitió a favor de Santos que dobló a su contendor Antanas Mockus, quien solamente alcanzó 395.390 votos.

La fidelidad del voto antioqueño se puso a prueba en la segunda vuelta. Santos logró 9.004.221 y Mockus 3.588.819. En la región se mantuvo la tendencia, el derrotado fue el profesor y exalcalde de Bogotá, quien planteaba una campaña renovadora, ajena a la política tradicional y catapultada entonces por la Ola Verde, solo tuvo 416.394 votos.

La tradición y fuerza electoral de Uribe se impuso, como de costumbre y fue Antioquia una de las regiones en la que más ventaja logró Santos, quien llegó a 1.227.089 votos.

La prueba de fidelidad

En la segunda elección del hoy presidente Juan Manuel Santos los votos que lo llevaron a ocupar la presidencia en la primera ocasión y que llegaron de la mano de Uribe cambiaron de bando. Nuevamente, mantuvieron la tendencia. En la primera vuelta Zuluaga obtuvo 3.769.005 votos de los cuales Antioquia aportó 665.160. Santos solo 286.742, incluso por debajo de la segunda votación en el departamento que se la llevó Marta Lucía Ramírez con más de 334 mil sufragios.

En la segunda vuelta el apoyo no cambió. De los 6.917.001 obtenidos por Zuluaga, 1.139.007 los aportó el departamento, mientras que de los 7.839.34 obtenidos por Santos solo 704.585 fueron cosecha en tierra paisa. Es decir, menos del 10%.

Los motivos

El director del Observatorio de Procesos Electorales de la Universidad del Rosario, Yann Basset, sostiene que Antioquia es una zona donde el regionalismo es fundamental. En término de votos es el segundo del país con más peso, todos sabemos para dónde se inclina la balanza en ese departamento. Es por eso que en elecciones los sectores conservadores saben que es fundamental obtener un buen resultado en Antioquia que permita llegar a una segunda vuelta en posición favorable.

Según dijo, la región tampoco se puede decir que sea homogénea pues hay una tradición liberal en zonas como Urabá y Magdalena Medio, de hecho Antioquia también pone un número importante de congresistas que son de la colectividad. Pero, para presidenciales, ese sector no se puede considerar determinante.

La abstención

Más allá de la disputa electoral la apatía también ha sido decisiva. Por ejemplo, en el 2002, el potencial electoral superaba por poco los 3 millones. Sin embargo, el total de sufragantes solo llegó al 1.440.081. Es decir, menos del 50% de la población participó, un porcentaje similar al nacional. El fenómeno se repitió en la pasada elección (2014), de los 3.860.184 antioqueños habilitados para participar solo 1.821.368 ejercieron su derecho.

Para Yann Basset, en el departamento de Antioquia “hay una tendencia muy importante a la abstención, particularmente en la elección presidencial, y esto tiene mucho que ver con que en el departamento existe una tendencia, minoritaria, valga decirlo, que no es uribista y que busca una opción y no la encuentra. Una tendencia que el fajardismo no ha logrado capitalizar”.

Por último, Germán Sahid, defiende la posición de los abstencionistas pues “es tan democrático participar como no hacerlo. Además, algo muy colombiano es que desconfía de los líderes políticos que aspiran al poder. El asunto es claro, así lo reflejan los resultados presidenciales”.

Y agrega: “En Antioquia no solo priman los valores morales de la sociedad, también los valores económicos en los cuales se entiende que es la propiedad la que forma ciudadanos”.

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Así fue el cierre de campañas este sábado.

Los candidatos presidenciales colombianos se multiplicaron este sábado a lo largo y ancho del país, en el penúltimo día de campaña pública, con el objetivo de seguir sumando apoyos para las elecciones del próximo 27 de mayo.

A los aspirantes se les vio en Medellín, Cali, Armenia, Barranquilla, Cartagena y Manizales haciendo proselitismo para tratar de convencer al electorado de sus propuestas en la recta final de la campaña para elegir al sucesor de Juan Manuel Santos.

Humberto de la Calle

El liberal tuvo problemas para realizar un acto en su natal Manizales (centro), pues para ello había alquilado las instalaciones del Liceo Arquidiocesano de Nuestra Señora, el colegio en el que estudió, pero aseguró que esa institución, acudiendo a “razones ideológicas”, le cerró las puertas.

“De manera sorpresiva fue cancelado en la noche de ayer (viernes), incluso a través de unas maniobras que impedían predecir, como ocurrió definitivamente hoy (sábado), que se prohibió mi presencia en el coliseo de ese colegio alegando razones ideológicas”, afirmó a periodistas el candidato.

Ante esta situación decidió celebrar el mitin en el centro de Manizales, a donde llegó una multitud entre la que había personas que enarbolaron las banderas rojas del Partido Liberal.

Iván Duque

El candidato del Centro Democrático estuvo en Armenia, capital del departamento del Quindío (centro), donde aseguró que Colombia no puede reconocer las elecciones venezolanas de este domingo, las cuales calificó de “amañadas”.

Luego viajó a Cartagena en donde lideró otro evento que estuvo precedido por un concierto del cantante de champeta Mr. Black y en el que se le vio bailando. Allí reiteró que “no quiere destruir” el acuerdo de paz firmado por el Gobierno y la antigua guerrilla de las Farc, del cual su partido ha sido un férreo opositor.

Sergio Fajardo

El candidato de la Coalición Colombia, Sergio Fajardo, realizó en Medellín, ciudad de la que fue alcalde entre 2004 y 2007, la “caravana de la esperanza”, un recorrido por esa urbe en el que le repartió volantes de campaña a los ciudadanos.

Fajardo valoró el hecho de realizar campaña en esa ciudad, de la que es oriundo y en la cual ingresó a la política, con caminatas por parques y barrios populares.

Gustavo Petro

El izquierdista Gustavo Petro, del movimiento Colombia Humana, segundo en las encuestas, estuvo en Cali, capital del Valle del Cauca (suroeste), donde fue acompañado por centenares de personas.

Petro denunció que se prepara un presunto fraude electoral del que aseguró dará más detalles este domingo, en una rueda de prensa en Bogotá.

Germán Vargas Lleras

El exvicepresidente y candidato del movimiento Mejor Vargas Lleras, realizó actos de campaña en los departamentos caribeños de Bolívar y Atlántico, donde se comprometió a mejorar las carreteras de la región y a superar el déficit de viviendas.

También realizó un Facebook Live en el que hizo un resumen de los lugares del país que visitó a lo largo de la campaña, presentó sus propuestas en temas como economía, salud, infraestructura y seguridad, y aseguró que ganará las elecciones.

Lo último es este domingo

Este domingo, 20 de mayo, cerrarán su campaña en Bogotá cuatro de los candidatos.

Duque lo hará en un acto en el Parque El Tunal; De la Calle, en el céntrico Parque de los Periodistas; Fajardo con una caminata por una avenida del oeste de la capital, y Vargas Lleras, con un discurso en la Plaza de Bolívar.

Petro, por su parte, presidirá una manifestación en Barranquilla, capital del departamento del Atlántico.

Tras el cierre de las actividades públicas de campaña, las votaciones en el exterior se abrirán el próximo lunes a las 8.00 hora local de los países en los que viven los 819.398 colombianos que están habilitados para votar.

El primer puesto que operará es el de Auckland, en Nueva Zelanda, y estará habilitado, al igual que los demás, hasta el 27 de mayo.

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Detrás de los votos hay una ideología.

Las campañas políticas buscan conquistar votantes con discursos, propuestas y estrategias que se componen de ideas sobre el amplio mundo social. Esas ideas tienen que ver con el funcionamiento de la economía, la administración y la toma de decisiones que afectan la vida cotidiana de todos los individuos. Sin ideas expresadas en planes, políticas públicas o decisiones gubernamentales, dirigidas a poner en marcha una determinada medida en esos ámbitos, una sociedad sencillamente no funcionaría.

Paradójicamente, para algunos candidatos, empresarios y ciudadanos hablar de ideologías políticas en tiempos de campaña se califica de anacrónico y hasta de inútil.

Se le teme a la palabra ideología. En nuestro país, entre menos se evidencie la ubicación ideológica cuando se expresa una idea para el mejoramiento, transformación o sostenimiento de un aspecto social, resulta mejor. Los argumentos que se apoyan explícitamente en un conjunto de ideas reconocidas como ideología política, en muchos casos, resultan tachables o sospechosos.

En las discusiones políticas colombianas se prioriza la atención a lo pragmático e inmediato. Sin que medie un determinado criterio de información que ubique a los electores en un contexto de reflexión. En las discusiones, debates o disputas de argumentos no se proporcionan herramientas para que los electores se incluyan como participantes de los problemas políticos pensando cómo es el funcionamiento de la sociedad con sus problemas y cómo debería ser con soluciones que puedan sostener a largo plazo.

Los discursos académicos actuales en todas las áreas de las humanidades destacan que sin las palabras dotadas de un sentido que son las ideas, los sistemas económicos, sociales y culturales no podrían existir. Sin esas palabras que tienen sentido para una persona o un grupo de personas, la sociedad y la vida humana misma no existirían.

Siguiendo esta importante aclaración de las ciencias sociales contemporáneas vinculadas a la filosofía del lenguaje, no se debería pasar por alto que para pensar los problemas políticos se necesita información y herramientas de análisis que a veces no se tienen. El conjunto de aspectos presentes en una ideología política proporciona la posibilidad para un ciudadano de hacerse una imagen del mundo a partir de la cual se plantea la vida política de una sociedad. Pero, esta necesidad de formación ciudadana sobre ideas no es evidente. La falta de formación en cultura política afecta la maduración de una sociedad democrática y hace vulnerable a la ciudadanía. En este sentido, el miedo a las ideologías, a que puedan existir, que puedan ser referenciadas mantiene proscrita la posibilidad de una política de las ideas y no de los ataques.

Este miedo a la ideología tiene múltiples causas. La violencia política que caracteriza la historia de Colombia es hoy un problema para el reconocimiento de que en la política democrática debe poder reconocerse un vínculo entre ideas y acciones. A la par de esto, la falta de eficacia simbólica del Estado y sus discursos institucionales dificultan la posibilidad de introducir nuevas ideas para la toma de decisiones en la vida cotidiana. Esto impide que la vida diaria sea percibida a partir de una lógica más allá de la cotidiana y que competencias para valorar argumentos o reconocer múltiples perspectivas logren desarrollarse en los individuos.

Por último, las dificultades de constituir una esfera pública de información afectan la necesidad de una ciudadanía que se identifique ideológicamente de un modo consciente. En muchas ocasiones, los medios de comunicación no funcionan cómo formadores de opinión pública, poniéndose del lado de los ciudadanos y acercando las ideas a su posición; sino que, siguiendo una idea rígida de imparcialidad y presuponiendo uniformidad en los receptores de sus mensajes, simplemente reportan hechos.

*Abogado de la Universidad de Medellín, magíster en Filosofía de al U. de Antioquia y jefe del programa de Ciencia política de la U. de M.

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