Productos médicos de marihuana se venderán desde 2019.

El negocio de la marihuana medicinal ya es un hecho en Colombia. Y si bien por ahora hay un proceso que se puede entender como el “detrás de cámaras” para que esto sea posible, ya se prevé que el próximo año estarán listos los primeros productos a base de esta planta, al menos los naturistas y los de fórmula a la medida a los pacientes, de acuerdo con Andrés López, director del Fondo Nacional de Estupefacientes.

Además, parece un buen negocio para el país. José Manuel Restrepo, rector de la Universidad del Rosario, presentó estimaciones económicas preliminares, realizadas con investigadores de la Universidad de Montevideo, en las que se muestra que las exportaciones “a mediano plazo, pueden significar lo que hoy se vende en el exterior en flores y banano, es decir, mil millones de dólares, pero hacia adelante podrían ser 4.300 millones, lo que implicaría los dos productos sumados al café”.

La estimación de Restrepo, incluye la posibilidad de que Colombia se quede con 10 % del mercado, excluyendo Estados Unidos; contempla que este negocio podría aportar entre 0,2 % y 0,5 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia, y solo en el sector agrícola tendría un peso de 15 %, dadas las condiciones económicas favorables en el país para esta actividad.

En el mundo, Grand View Research prevé que a 2025 será una actividad que mueva 55.800 millones de dólares, con un crecimiento estimado promedio de 17,5 %, que parte de un mercado de 11.400 millones de dólares.

Por ahora, el primer paso es la venta al interior de Colombia. La manera de hacerlo más rápido se da por cuenta del aval de “fórmulas magistrales”, o hechas a la medida, como se realiza usualmente en la dermatología, de acuerdo con la prescripción de componentes, pues los productos farmacológicos de producción en serie, se demoran más, por las pruebas clínicas que un medicamento usual requiere, y es un proceso que se da entre 3 y 5 años, e incluso 10, según explicóLópez.

“Vamos a tener el desarrollo de productos para registrar como fitoterapéuticos, o naturistas, en los que no se modifican profundamente sus componentes”, dijo López.

Es evidente que hoy en el mercado circulan productos que prometen impactos milagrosos con base en marihuana, pero estos son ilegales, solo “en 2017 se decomisaron 3.600 fraudulentos de esta categoría en las principales ciudades”, afirmó el directivo. No obstante, la legislación ya ha dado licencias para la producción legal lo que va a permitir el lanzamiento de productos el próximo año.

“A esto hay que quitarle el esoterismo. Hay que poder tener acceso a un producto con un marco regulatorio claro, una evidencia clínica y médica, para saber dentro del cannabis qué funciona y para qué sirve”, agregó Felipe Harker, vicepresidente ejecutivo Medcann.

Lo que se está promoviendo es un “producto para el consumo humano seguro”, agregó Harker, y eso incluye la estandarización y trazabilidad del proceso productivo, con certificaciones de calidad. En el caso de Medicann, la inversión que se prevé en la primera etapa es de 15 millones de dólares, en Fuente de Oro (Meta), con 10 hectáreas de cultivo y plantación. Y por ahora, la compañía se enfocará en la producción de aceites para que alguien más los reprocese, mientras inicia su etapa de investigación y desarrollo para llegar a productos finales, ya sea fitoterapéuticos y/o farmacológicos.

Condiciones económicas

Lo primero es que esta actividad plantea una condición probable de crecimiento y desarrollo del país. “También genera empleo (decenas de miles), con una virtud en las zonas marginadas o de posconflicto”, afirmó Restrepo. Un ejemplo de esto, según explicó López, es que pese a que la población pueda haber tenido relación con cultivos ilícitos puede formalizarse a través de la legislación; la erradicación de las matas actuales debe realizarse (porque no se saben las condiciones en las que se realizó la planta ni sus características), pero es admitible que conserven las semillas, pasen el proceso de evaluación de ellas, y una vez reciban la licencia pueden empezar a operar bajo la norma (ver Informe).

También la actividad vincula pequeños productores (0,5 hectáreas), con las grandes empresas a las que deben suplir el 10 % de la producción.

Para Restrepo, es clave también que se abre una nueva oportunidad en el mercado internacional, solo para 2018 hay un cupo de producción de 40 toneladas; se “fortalece la agroindustria y apoya la discusión de posconflicto del país”, afirmó el rector.

Además Colombia ya cuenta con la regulación para que el negocio sea una realidad tangible y las condiciones del suelo facilitan el cultivo y desarrollo de semillas. Se estima que de esta planta hay más de 400 variedades.

¿Qué hay que salvaguardar?

En este proceso, hay asuntos que cuidar, advirtió Restrepo. “El riesgo reputacional”, por ejemplo, sobre lo que implica la violación a la normativa y evitar que se dé un paralelismo entre el mercado formal e informal.

También “hay que manejar bien los errores de producción de fármaco, y garantizar las Buenas Prácticas de Manufactura”, así como la agilidad en los procesos, pues este tema es clave para la “sostenibilidad de la industria”, así como la rapidez de las licencias para lograr los procesos de comercio exterior.

Y, finalmente, Restrepo mencionó el “reto educativo, para mí significa investigaciones a fondo en producción agrícola, en semillas, variedades. Investigación en cosechas y plagas”. Esta idea convive con la necesidad de lograr biotecnología en este segmento, así como la creatividad que requiere la creación de modalidades a través de cooperativas de campesinos para que se agilice la producción nacional.

FUENTE EL COLOMBIANO