Depuración de archivos, la gran tarea de la justicia para la paz.

Seis bóvedas con 1.545 cajas con la información de inteligencia que por años recopiló el extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) pasarán en los próximos meses a manos de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), esto sumado a los expedientes de la Corte Suprema de Justicia y los que empezarán a entregar los tribunales del país se convierten en un volumen casi inmanejable de información, en la que reposa, finalmente, lo ocurrido en el conflicto en Colombia.

El acceso a esos archivos hace posible el derecho a la verdad que tienen las víctimas, reseña el informe “Acceso a los archivos de inteligencia y contrainteligencia en el marco del posacuerdo”, de Dejusticia, una ONG que ha estudiado el sistema transicional en Colombia.

La dificultad radicará, de acuerdo con ese documento, en la conservación y la indexación de ese material. Será entonces tarea de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas y de la propia JEP “producir y recopilar unos conjuntos documentales de excepcional valor para la memoria del país”.

Medidas cautelares

La JEP otorgó medidas cautelares a los documentos inteligencia, contrainteligencia y gastos reservados del DAS, basada en que, entre otras cosas, “las múltiples investigaciones penales, ya concluidas y en curso, se fundamentaron en gran medida en documentos que reflejaban el presunto actuar delictivo de funcionarios y empleados del DAS y las relaciones con grupos al margen de la ley, razón por la cual su preservación y disponibilidad para la JEP es de suma importancia, para la consecución de la verdad y el restablecimiento de los derechos de las víctimas”.

Según ese órgano transicional, los documentos del DAS corren riesgo de perderse, incluso, en el pasado ya otras organizaciones han alertado de destrucción y abandono de material muy sensible.

Para Claudia Julieta Duque, periodista que fue torturada por el DAS cuando investigaba irregularidades, esta “es una medida tardía, porque ya se perdieron los archivos digitales y más de 60.000 documentos que estaban en papel de fax y jamás fueron fotocopiados”.

Agregó que tampoco es una medida suficiente porque “solo cobija archivos de inteligencia, contrainteligencia y gastos reservados. Por mi experiencia, en otros documentos como los administrativos (folios de vida, felicitaciones), los de transporte y vehículos, entre otros, reposa información clave para esclarecer crímenes y responsables”.

Duque explicó que, por ejemplo, con los documentos de entrega de papelería lograron establecer la existencia del G3, un grupo especial, que de acuerdo con la Fiscalía General de la Nación, hacía inteligencia con apariencia de legalidad, pero se dedicaba a cometer delitos contra opositores al Gobierno. Era precisamente el grupo de las llamadas chuzadas.

Los expedientes de la Corte

Los que sí llegaron a la JEP son los primeros 18 expedientes de la Corte Suprema de Justicia, que dan cuenta de los múltiples asuntos que la JEP tendrá que resolver. Son 50 años de conflicto resumidos en unos casos emblemáticos: el homicidio de monseñor Isaías Duarte Cancino a manos de las Farc; el caso de la guerrillera Marilú Ramírez, conocida como la Mata Hari, que infiltró un curso de oficiales de la Escuela Superior de Guerra contra la que atentó y el caso contra el exrepresentante a la Cámara Luis Fernando Almario por la masacre de la familia Turbay Cote.

Además, se encuentran los expedientes de diez militares condenados por falsos positivos en diferentes regiones del país; el caso de Gilberto Torres Muñetón,quien fue confundido con alias El Becerro, comandante del frente 57 de las Farc; el caso de Henry Becerra Torres, condenado por el asesinato de Édgar David Carvajal Arango, desmovilizado de las Farc; el archivo en contra de Edison Moreno Barragán por la detonación de una bomba en Bogotá; el proceso contra 11 miembros de una organización que proveía material bélico al Bloque Oriental y el de otros dos colaboradores que les vendían armas.

Cuando los expedientes fueron entregados a la JEP, el magistrado José Luis Barceló, presidente de la Corte, aseguró que “si le va bien a la JEP, le va bien al país. Tras la firma del Acuerdo de Paz del Gobierno con la guerrilla de las Farc, la justicia sigue siendo una sola. Y, en este proceso de transición, tiene que estar acompañada de acciones que nos lleven a conocer la verdad y a reparar el daño causado”.

y agregó: “Todas las instituciones del país, incluida la Corte Suprema debemos apoyar estos procesos que nos llevarán a reconstruir una Nación con millones de víctimas ansiosas de encontrar la paz”.

La tarea no es poca, y mucho menos fácil, aún no se han tramitado todas las leyes que soportan la justicia especial, pero, la misión es una sola: develar los sucedido en 50 años de guerra..

FUENTE EL COLOMBIANO

La cruda realidad de los reclusos en Venezuela.

La tragedia marcó a 68 hogares venezolanos, luego de que, el pasado miércoles 28 de marzo, un conato de motín dentro de una comisaría policial en Valencia, estado de Carabobo, en el centro de Venezuela, generara un incendio de gran magnitud. 68 reos fallecieron, el 80 % asfixiados por el hollín y el 20% restante, por quemaduras.

“La situación inicia con el intento de secuestro a un policía para quitarle su arma, no lo lograron y en represalia prendieron fuego a los colchones dentro de las celdas. El objetivo nunca fue que ocurriera algo de tal magnitud, la idea era que cuando se quemaran los colchones y empezara a salir humo, les abrieran las puertas de las celdas. Esto no ocurrió porque los dejaron encerrados”, relató Carlos Nieto, abogado especialista en Derechos Humanos y coordinador de la ONG Una Ventana a la Libertad.

Este hecho, que tiene consternada a la comunidad internacional, fue rechazado por representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana, que exigieron al gobierno de Nicolás Maduro una sincera disponibilidad para encarar las causas de lo ocurrido.

El suceso se ha convertido en el segundo incidente grave de este tipo en la historia carcelaria venezolana. Solo lo supera el incendio provocado en 1994 por reclusos en la cárcel de Sabaneta, en el estado Zulia, que dejó un saldo de 108 fallecidos y fue calificado como “una masacre, algo dantesco y doloroso”, por la entonces gobernadora de la región, Lolita Aniyar.

Sobre el hecho en Carabobo, la primera versión que se había manejado según la cual presuntamente se roció con gasolina a los reclusos y había cadáveres que presentaban marcas de proyectil, quedó descartada, precisó el coordinador de Una Ventana por la Libertad, ONG venezolana que lucha por los derechos de los presos: “Lo que sí hubo fue negligencia por parte de los policías: se fueron y los dejaron en las celdas muriéndose”.

En el centro de detención, construido para albergar 40 privados de libertad de manera preventiva y transitoria, permanecían un total de 250 personas. “La comisaría tenía una sobrepoblación del 400 %”, apuntó el activista.

Pero la historia carcelaria venezolana no solo registra incendios; sucesos atroces como el ocurrido en la Dirección de la Policía del Táchira, en octubre de 2016, en donde el secuestro de dos agentes se prolongó por unos 20 días, dejando muertos, desaparecidos y hasta hechos de canibalismo, forman parte de la crisis.

El hacinamiento, retardo procesal, la falta de alimentación y atención médica hacen cada día más difícil la vida dentro de los reclusorios.

¿Pena de muerte?

La desesperación de quienes viven la tragedia de tener un pariente dentro de una cárcel venezolana se traduce en lágrimas y una constante tensión al no saber si saldrá o no con vida del sitio.

Así lo relató Aura Chacón, familiar de una reclusa del Centro Penitenciario de Occidente, en el Táchira, quien contó a EL COLOMBIANO que “ella está más flaca. Me dijo que no me preocupe, que todo va bien pero yo sé que no es así. Ha perdido más de 20 kilos desde que ingresó hace cinco años a prisión. Tiene una enfermedad en la piel, que le saca chichones en todo el cuerpo. No la asisten. Hace un mes fue la última vez que la vi y me dijo que solo comía una vez al día. Lo peor es que han restringido las visitas”.

Para el abogado constitucionalista y también defensor de los derechos humanosJosé Vicente Haro, la muerte de decenas de presos en cárceles y centros de detención venezolanos, no es nada nuevo.

“Es un hecho reiterado y responsabilidad del Estado, del régimen y su inhumano sistema carcelario”. Aunque en el país la pena de muerte fue abolida en 1863, Haro aseguró que “en Venezuela de facto existe esta condena”.

Durante 2017, de acuerdo al informe sobre la situación de Derechos Humanos en los centros de detención preventiva, presentado por Una Ventana a la Libertad, un total de 65 personas perdieron la vida en estos lugares, que no son propiamente centros carcelarios, sino de prejudicialización.

Las causas de las muertes han sido diversas pero las que más se repiten están relacionadas con impactos de bala (27 fallecidos); nueve personas murieron por cuadros de desnutrición y tuberculosis, y ocho más perdieron la vida al no recibir los tratamientos médicos requeridos. Otros cinco decesos se registraron por riñas y por agresión con armas cortopunzantes.

Paradójicamente las cifras demuestran que el 41 % de las muertes se produjeron por armas de fuego, aun cuando se desconoce cómo ingresan allá, sin embargo, el blindaje de la información por el Gobierno no permite conocer las cifras oficiales de estos hechos.

Hacinamiento, el epicentro

Las pequeñas cárceles que son lugares transitorios donde, tras 96 horas, el indiciado debe ir a la audiencia preliminar y de allí, según la decisión del juez, sale libre o se condena, se han convertido en recintos para cumplir sentencia.

La policía, que tiene como misión la seguridad de la población, se ha dedicado a cuidar presos. Acción para la que no tiene la preparación adecuada, ni posee espacios, logística o equipos. No existen cifras en Venezuela que indiquen cuántos agentes estarían con funciones penitenciarias, pero un 30 % de ellos se encuentran de custodios en los calabozos en lugar de estar en la calle, reseñó Nieto.

“El responsable es el Estado a través del Ministerio de Servicios Penitenciarios, que prohibió el ingreso de reclusos a los centros carcelarios que ellos administran a menos que sea con autorización previa de ellos”, resaltó.

Alrededor de 500 centros de detención preventiva en el país están albergando actualmente a 45.000 personas. Casi el mismo número (55.000) del que hay en centros penitenciarios cumpliendo la pena o a la espera de un juicio en el que se dicte sentencia, de acuerdo a Una Ventana a la Libertad.

“El Estado venezolano ya ha reconocido el problema que se vive en los calabozos policiales. No le ha dado solución por negligencia, porque hasta ha creado comisiones de seguridad para atender esta problemática, pero no toma ninguna medida”, dijo Nieto.

La situación de hacinamiento en los centros de detención transitoria fue denunciada en octubre de 2017 ante la CIDH por la misma ONG.

La sobrepoblación carcelaria ha generado otros males como fugas masivas de detenidos dentro de las celdas de prevención (ver cronología).

Impunidad y criminalidad

El 70 % de los presos venezolanos no tienen aún una sentencia, no saben si son culpables o inocentes y en esa situación pueden pasar hasta 5 años o más de acuerdo a Una Ventana por la Libertad.

La situación carcelaria se ha convertido en un problema de políticas públicas, señaló el criminólogo Fermín Mármol, quien agregó que “hay venezolanos que duran años en las sedes policiales, cuando ninguna de estas tiene las condiciones (baños, canchas, médicos) que permitan albergarlos por tiempo prolongado. Se convierten en depósitos humanos y en una máquina violadora de derechos humanos”.

De acuerdo al experto, la razón por la que han proliferado cárceles transitorias para cumplir condenas en Venezuela son dos: el aumento de la criminalidad y la ineficiencia del sistema de justicia.

“Comparando las dos últimas décadas del siglo XX con las casi ya dos décadas del siglo XXI, se puede decir que el crimen en Venezuela se ha incrementado. Ahora tenemos más homicidios, robos, secuestro, extorsión, tráfico de drogas y corrupción”, precisó.

La impunidad, dijo Mármol, también ha aumentado casi a la par del crimen y la violencia, demostrando la incapacidad del Estado.

“Nada puede funcionar en un país cuando sus gobernantes violan el pacto social de una nación, que no es más que la Constitución Nacional. Lamentablemente desde 1999 el sistema penitenciario del país le ha dado la espalda a la Constitución”, aseguró.

Para el criminólogo, invisibilizar la situación carcelaria es parte de las políticas adoptadas por el gobierno de Maduro.

FUENTE EL COLOMBIANO

Así evolucionó el sistema electoral.

Al menos tres días permanecía untado de tinta roja el índice derecho de las personas que votaban. Cada ciudadano, desde el plebiscito de 1957 -que buscaba agilizar el paso de la Junta Militar que sucedió a Rojas Pinilla al gobierno democrático- llegaba con la papeleta marcada, el voto venía listo desde la casa. Incluso, a último momento, se entregaban o cambiaban papeletas, a metros de las urnas.

Muchos puestos de votación estaban ubicados en el espacio público, a la intemperie, y un aguacero era suficiente para poner en riesgo la jornada electoral. Así operaba el sistema colombiano hasta los comicios presidenciales de 1990, cuando compitieron 13 candidatos. No existía ni la figura vicepresidencial, ni la segunda vuelta.

Según Jaime Carrión, docente de Sistema Electorales de la U. Nacional, sede Medellín, lo más grave era que el voto no era libre ni secreto, sino que el sistema dejaba abierta la puerta al fraude, dado que la papeleta se manipulaba desde la calle. “Lo de la tinta era la señal para los dirigentes de los partidos de que el ciudadano ya había sufragado, lo que se prestaba, incluso, para controles indebidos”.

La apertura política

A partir de la Constitución de 1991 todo cambió, con la ilusión de que se mejoraría la transparencia y, aunque hubo avances, también aparecieron otros problemas que aún están por resolverse.

Ante la apertura política que trajo la nueva Carta y la superación del bipartidismo histórico, en las presidenciales de 1994 hubo un récord de 18 fórmulas presidenciales, la mayoría por nuevos partidos y movimientos políticos. Se estrenó la segunda vuelta con Ernesto Samper y Andrés Pastrana.

Cuatro años después bajó el número de candidatos, fueron 13 en total. En 2002 cayó a 11 y, en 2006, ante el estreno de la reelección, que ponía desventaja a los demás competidores, pese a la aprobación de la Ley de Garantías, solo se presentaron 7 llaves presidenciales.

En 2010, ya sin el efecto de la reelección, subió el número de aspirantes, hubo 9 en total. En la tarjeta estuvieron caras conocidas que hoy se disputan su llegada a la Casa de Nariño como Germán Vargas y Gustavo Petro, entonces fueron fórmulas vicepresidenciales Clara López y Sergio Fajardo.

En 2014, en el último ensayo reeleccionista, se presentó otro récord, pero esta vez del menor número de candidatos: solo 5, mientras que para estas elecciones son 8 los que aún están en carrera, aunque la tarjeta electoral es modificable hasta el próximo 27 de abril, un mes antes de los comicios.

Los avances legislativos

En 2003, con el Acto Legislativo 01, se establecieron las listas únicas de candidatos por partidos para cargos plurinominales (concejos y asambleas), lo que conllevó una mejor organización en la forma como las colectividades presentaban sus candidatos.

De igual manera, se estableció la opción del voto preferente, dejando las listas desbloqueadas, lo que intentó democratizar la vida política en los partidos y acabar con “la dictadura del bolígrafo”, pretendiendo llevar más poder decisorio al ciudadano.

No obstante, la Misión Especial Electoral (MEE), creada con la firma del Acuerdo, recomendó volver a las listas cerradas, para evitar la compra de votos. Sin embargo, con el hundimiento de la reforma política en noviembre del año pasado, ese proyecto se postergó.

Juan Carlos Ruiz, doctor en Ciencia Política de la U. de Oxford (Inglaterra), precisó que lo más trascendental fueron las reformas de 2003 y 2009 con el umbral y la aplicación del método d’Hondts, que permite repartir curules sin que sea del todo proporcional.

Para Ólmer Muñoz, docente de Ciencia Política de la U. Pontificia Bolivariana, hay avances positivos, debido a que abrió la posibilidad de votar no solo por dos partidos tradicionales. “A pesar de que todavía se debe ajustar el sistema, ha permitido cierto clima de legitimidad”.

Entre las cosas que no funcional del todo bien, Carrión explicó que la cifra repartidora, combinada con un umbral tal como existe hoy día, ha sido un obstáculo para que las minorías políticas obtengan representación.

Pese a los problemas de fraude electoral y corrupción que siguen vigentes, no se puede decir que todo pasado fue mejor. Hoy hay un sistema electoral superior, pero clama ajustes y controles.

FUENTE EL COLOMBIANO.

Es imparable el taxímetro de las quejas en sistema de salud.

La Superintendencia Nacional de Salud (Supersalud) informó que durante el 2017 recibió en promedio 1.300 quejas de pacientes, al día, por fallas en el servicio; es decir, 54 casos cada hora.

Además, indicó que en el mes de febrero de este año las peticiones, quejas, reclamos y denuncias por servicios médicos aumentaron en un 21.45% con respecto al mismo mes del año anterior.

La Supersalud también informó que 42.588 personas acudieron, en el mes de febrero, ante organismos de defensa de derechos para denunciar alguna anomalía con la prestación del servicio de las cuales, 32.862 lo hicieron por no poder acceder al servicio de salud que requiere mientras que unas 4.634 personas, remitieron quejas por trámites administrativos como autorizaciones o asignación de citas.

Entre las principales razones de los pacientes se encuentra la inconformidad que tienen respecto a los servicios médicos de las EPS, la entrega oportuna de medicamentos y los cambios en la afiliación de la entidad promotora de salud sin previo aviso.

FUENTE EL COLOMBIANO

EPM recibió premio internacional por el cuidado del río Medellín.

En el marco del Foro Mundial del Agua, evento que se desarrolla en Brasilia, Brasil, hasta el próximo 23 de marzo, el programa de saneamiento del río Medellín recibió un galardón junto a otras cuatro propuestas.

La iniciativa ha sido liderada por EPM y desde 2005 se han invertido alrededor de 1.000 millones de dólares para proteger las aguas de esta cuenca, que incluyen la planta de tratamiento San Fernando que ya opera en Itagüí, y la de Aguas Claras, en Bello, que se presume empezará a funcionar a finales de este año.

La premiación de las cinco propuestas que participaron en la convocatoria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a la cual se presentaron 320 iniciativas, se llevó a cabo la noche del lunes 19 de marzo.

Durante la ceremonia fueron protagonistas varias estrategias relacionadas con el cuidado del agua y el saneamiento de las fuentes hídricas, el cambio climático y la biodiversidad. Las otras iniciativas ganadoras fueron proyectos de países como Brasil, Ecuador, Honduras y México.

“Es todo un honor para EPM recibir este premio que refleja el trabajo en equipo de más de 40 años, donde también los usuarios con su esfuerzo han colaborado, al igual que nuestros aliados estratégicos, constructores, bancos, las autoridades ambientales, que permiten que hoy el río Medellín sea un eje articulador de ciudad”, expresó León Yepes, gerente encargado de Gestión de Aguas Residuales de EPM.

El funcionario destacó a la ciclovía, los alumbrados navideños (que hoy en día ya no se hacen a las orillas del cauce), el asentamiento de empresas, tramos del viaducto del metro y corredores viales se han dinamizado alrededor del río. Por el mismo programa de saneamiento, en 2013 EPM ya había recibido un galardón otorgado por el BID y la Fundación Femsa.

La ciudad cuenta hoy con un sistema de alcantarillado que tiene 4.563 kilómetros de redes secundarias, colectores e interceptores, y la planta de San Fernando está en capacidad para tratar 1.8 metros cúbicos de agua por segundo; cuando empiece a operar Aguas Claras, en el norte del Valle de Aburrá, hará lo propio con capacidad de 5 metros cúbicos por segundo.

Además, EPM cuenta con 73 estaciones de medición de caudal, 17 sensores de aliviaderos y ocho estaciones de medición de calidad de agua en línea, como parte del programa de protección del río Medellín que, estima la entidad, logra recolectar el 94 % de las aguas residuales de los usuarios del Valle de Aburrá.

FUENTE EL COLOMBIANO

Durante el puente se movilizaron 2,6 millones de vehículos en el país.

El ministro de Transporte, Germán Cardona, y el director de la Policía de Tránsito y Transporte, general Ramiro Castrillón, presentaron el balance del puente festivo, en el que se movilizaron 2.682.000 vehículos por las carreteras del país.

“Se han movilizado a nivel nacional 2.682.000 vehículos por las carreteras del país. En el departamento de Cundinamarca lo han hecho 817.000 automóviles y por Bogotá 487.000”, indicó Castrillón.

En materia de accidentalidad, los funcionarios destacaron que se presentó una disminución en el número de muertos en accidentes de tránsito, sin embargo, se registraron 27 víctimas fatales.

“Se han presentado 118 accidentes que han arrojado 142 personas heridas. A pesar de la disminución en el número de muertos, se han presentado 27 personas fallecidas y para nosotros es lamentable porque trabajamos para salvar vidas. Sin embargo, hemos logrado disminuir un 57 % en el número de muertos que equivale a 36 fallecimientos menos en las vías del país”, manifestó Castrillón

Por su parte, el ministro de Transporte aseguró que “en este puente festivo afortunadamente se disminuyeron los accidentes y se presentaron 344 siniestros menos y 454 lesionados menos respecto a la mismo periodo del año anterior. Pero es muy triste para los colombianos que 27 personas hayan fallecido en accidentes de tránsito, de estas dos lo hicieron en estado de embriaguez”, aseguró Cardona.

Asimismo, durante el puente festivo se han efectuado 2721 pruebas de alcoholemia, en donde 233 personas fueron sorprendidas conduciendo en estado de embriaguez.

“Hasta el momento hemos efectuado 3029 comparendos principalmente por manejar sin la licencia de conducción (580), no acatar las normas de tránsito (442), no tener la revisión técnico-mecánica al día (343), adelantar en sitios prohibidos (113) y desarrollar transporte ilegal o informal (125)”, explicó el director de la Policía de Tránsito.

FUENTE EL COLOMBIANO