Piedad Córdoba vivió todo un viacrucis en sus últimos meses de vida. Amigas y allegados le contaron a EL COLOMBIANO dramáticos detalles. Una caravana de carros y motos la recibió anoche en Quibdó para su velación.
Los últimos meses de vida de Piedad Córdoba fueron tan difíciles, tan tristes, que hasta sus escoltas temían por su vida. “Estuve comiendo con ella en noviembre, hablamos unas cinco horas y fue ¡tremendo, tremendo, tremendo! porque la vi físicamente acabada, estaba pesando 40 y pico de kilos, y moralmente destrozada por el problema de su hermano”, dice una persona que la conocía de muchos años atrás.
Esa noche, en un restaurante peruano en el alto de Palmas, Piedad se tomó dos botellas de Old Parr. “Cuando la fui a levantar de la mesa, ella ni me oía”. Un escolta conmovido decía: “¡ayúdela, hable con ella, ella está muy sola y a usted la quiere mucho, dígale que no tome más!”.
La soledad de Piedad llegó a tal punto que el 31 de diciembre no salió de la habitación de su casa. Y este sábado, cuando hacia el mediodía su hija Natalia la encontró desvanecida en el piso de su casa, y luego la clínica informó que la senadora murió al parecer por un paro cardiorespiratorio, no se descartaba que algo haya tenido que ver su estado de ánimo que comenzó a venirse abajo hace poco más de un año.
Se habló con al menos dos personas allegadas a ella y con una tercera que la veía eventualmente: y todas ellas coinciden en decir que la extradición de su hermano Álvaro Córdoba a Estados Unidos, por tráfico de cocaína, le produjo a Piedad no sólo un profundo dolor sino que, sobre todo, le creó un rompimiento familiar que para ella fue imposible de superar. De paso, le provocó una gran decepción darse cuenta de que ninguno de quienes están en el poder, y otrora fueron sus amigos, le ayudaron con el caso de su hermano.
Un año exactamente
Tal vez no sea simplemente una trágica coincidencia el hecho de que la muerte de la senadora Piedad Córdoba se haya dado exactamente un año después de la extradición de su hermano, que se hizo efectiva el 20 de enero de 2023. Álvaro Córdoba quedó atrapado en una operación de la DEA mientras acordaba un negocio de cargamentos de cocaína con un supuesto capo mexicano y miembros de las disidencias de las Farc, del grupo de Gentil Duarte.
A aquella mujer que por muchos años fue una de las más combativas del país, sino la más, que llamaba la atención a donde llegaba, no solo porque era grande y fuerte, también carismática y cariñosa, en los últimos meses se hacía difícil reconocerla porque se fue encogiendo en un pequeño cuerpo, frágil y desvalido, que pedía a gritos ayuda.
Lo de su hermano Álvaro, la captura y la extradición, no solo fue un golpe en el corazón para Piedad Córdoba sino que produjo un desastre personal aún mayor: su hermana del alma, Gloria, dejó de hablarle a Piedad y la senadora no pudo volver a ver a su madre, Lía Esneda Ruiz, una mujer de más de 90 años que ha sido su principal referencia en el mundo y que hoy está sufriendo los rigores de la edad en su mente.
El quiebre con su familia
Una de las personas cercanas a Piedad dice que su familia le echó la culpa de lo que le ocurrió a Álvaro y por eso partieron cobijas con ella. Si bien, no pudimos confirmar con algún miembro de su familia si ese fue el motivo, lo cierto es que la ruptura sí se dio y desde entonces Piedad se vino abajo.
“Piedad me contó que como a finales de 2021 o principios de 2022, durante su última campaña al Senado, ella estaba comiendo en la casa de su madre y ahí estaba su hermano Álvaro. Su hermano estaba muy metido en Venezuela, de hecho ella lo metió en Venezuela, le dio en su momento representaciones de muchos negocios allá. Álvaro le dijo a Piedad que había unos mexicanos que querían invertir en su campaña. Y Piedad contaba que le respondió: ¿Quiénes son? Porque yo soy amiga de López Obrador, yo conozco la gente de México, y ojo, Álvaro, que esto puede ser una trampa. Acuérdate que van por mí, y todo el mundo trata de ponerme trampas”.
Al parecer el hermano no le hizo caso a Piedad, al menos al relato que hacía la senadora a sus amigos, o más bien tal vez para ese momento ya el daño estaba consumado. Porque a Álvaro lo capturaron en Medellín el 3 de febrero de 2022 y luego se supo que las pruebas en su contra las habían recogido el 3 de septiembre de 2021, cuando un agente de la DEA que se hizo pasar por un narco mexicano, se reunió con él y dos colombianos más. En el expediente se menciona que los tres le confirmaron al agente oculto que tenían un contacto con capacidad de producir hasta 8.000 kilos de cocaína cada cuatro meses. Y Álvaro Córdoba incluso dijo que el contacto tenía un ejército de 300 hombres para proteger los alijos.
Más allá del debate de si el hermano de Piedad cayó en una trampa o no, las pruebas en su contra parecían serías. Cuando lo capturaron se produjo el quiebre con su familia. Eso fue demoledor para Piedad. No solo Gloria era su hermana del alma, su mano derecha en la vida, si no que su mamá era su gran referente.
Un reportaje sobre la mamá de Piedad, publicado en 2012, en el portal Kienyke, contaba que un día llegó llorando a su casa y le dijo a su mamá que no quería volver a salir a la calle porque los niños le decían ‘negra espantalavirgen’. Y que su mamá reunió a todos los hijos y les dijo que si volvían llorando como Piedad, no saldrían más a la calle, porque era el colmo que las burlas por su color de piel los ‘achicopalaran’. Y que les dejó claro que “la gente es gente por lo que tiene por dentro, por su espíritu trabajador, por su sabiduría”.
La mamá tenía tanto carácter como Piedad: en tiempos en el que el racismo era la norma, ella, blanca, de ojos claros y rubia, dio la batalla para casarse con un hombre afro nacido en un caserío a orillas del río Atrato, director del colegio de Puerto Valdivia, que la encantaba por la manera cómo se expresaba y el conocimiento de los libros que tenía.
Ese origen de Piedad, sin duda, tuvo mucho que ver con lo que fue su trayectoria política, en la que defendió como pocas el derecho a la igualdad. Por eso, no poder ver a su madre, seguramente se le convirtió en un dolor inaguantable.
¿Y el presidente Petro?
Piedad Córdoba, tratando de salvar a su hermano, publicó en su cuenta de X, el 19 de marzo de 2022, un video de Álvaro Córdoba trotando en una banda de carreras, en el que se le oía decir que él era inocente y le hacía guiños al entonces candidato Gustavo Petro. Piedad escribió: “Víctima de un entrampamiento contra Petro y obvio contra mi!! Venceremos!! Mi hermano!!”.
El mensaje lo publicó apenas seis días después de ser elegida senadora por el Pacto Histórico, y tal vez con la ilusión de que en ese puesto de poder iba a tener algún tipo de ayuda extra de Petro en caso de que fuera elegido presidente unos meses después.
Poco sirvieron los esfuerzos de la senadora para frenar la extradición de su hermano, cinco años menor que ella. El 20 de enero del año pasado, el presidente Petro firmó la resolución que autorizó su extradición.
En las conversaciones que en los últimos meses sostuvo Piedad con las fuentes que ayudaron a construir esta historia, la senadora se mostraba molesta con Gustavo Petro. No solo por la extradición de su hermano, sino por lo que estaba ocurriendo con el proyecto político del Pacto Histórico. “Antes de las elecciones de octubre pasado, Piedad lo llamó o habló con él y le dijo que se estaban equivocando en la campaña, que iban a perder en todos lados porque no estaban cumpliendo lo que habían prometido, que no estaban trabajando por el pueblo”, cuenta una de las fuentes. “Solo ganamos en Nariño porque no había candidatos de otros partidos”, le dijo Piedad a su amiga.
Es curioso que Petro, precisamente, como si se le hubieran quedado grabadas esas palabras de Piedad, lo primero que hizo ayer, el día después de la muerte de la senadora, fue decir que “ante Piedad es importante una autorreflexión del Pacto Histórico. Les propongo: reunión de las 1.500 personas elegidas en 2023: El congreso progresista. Objetivo: ganar las elecciones del 2026 y hacer irreversible la transformación democrática de Colombia y el Acuerdo Nacional para la justicia y la Paz”.
Piedad no tenía una buena relación con Petro. En alguna ocasión, como se recuerda, dijo que era “una mala persona” y que por ello no debía ser presidente. Pero, más recientemente, ella llegó a pensar, según le contó a sus allegados, que el incidente en el que resultó retenida por traer dinero en su turbante desde Honduras era una trampa que alguien del Pacto Histórico le había puesto para tener una excusa y no ponerla en la lista al Senado en 2022. “Ellos eran los únicos que sabían de ese dinero”, contó Piedad. “Piedad estaba convencida de que la querían dejar por fuera de la lista cerrada y que finalmente la incluyeron fue por la presión de mandos medios de la guerrilla y de los afro”, relata otra de las fuentes.
La senadora, que el próximo jueves cumpliría 69 años, sin duda estaba en un momento emocional extremo de su vida. “Piedad me decía: el problema es que todo el mundo está corrupto, los ricos, los pobres, los que llegamos al poder nuevo, los que llegan viejos, todo el mundo”, agrega una de sus amigas.
Y sabrá ella por qué lo decía, pues Piedad, después de haber luchado muchos años por causas justas, se dejó tentar por el poder y quedó involucrada en casos como el del colombiano Alex Saab, al que según la investigación de Estados Unidos le ayudó con los contactos para conseguir y sacar de Venezuela unos 30 millones de dólares. El periodista Gerardo Reyes cuenta en su libro que Córdoba disfrutaba de bacanales en las mansiones de Saab en todo el mundo.
El millonario lobby
Piedad, en las conversaciones con sus allegados, no solía mostrarse afectada por estos hechos, lo que le dolía y afectaba era lo de su hermano y su familia. Lo de Saab y lo de su supuesto apoyo en las Farc, ella decía que todo lo tenían que demostrar.
¿De dónde sacaba Piedad Córdoba dinero?, se le pregunta a una de las fuentes. Y ella explica que Piedad se convirtió en el canal para que muchos empresarios colombianos pudieran rescatar los capitales que se les habían quedado atrapados en Venezuela tras las drásticas medidas económicas de Hugo Chávez. Por esa tarea que Piedad llamaba de “lobby”, y que hacía de la mano de Celia Florez, la esposa de Nicolás Maduro, se ganaba una comisión. “En un caso, por ejemplo, para rescatar 15 millones de dólares, Celia cobraba 3 millones, Piedad 2 millones y al que le hacían el favor de desembargarle le devolvían 10 millones”.
Hablando de Venezuela, precisamente, en los últimos meses, Piedad también decía estar muy dolida con el presidente Nicolás Maduro. “Maduro supo que iban a extraditar a mi hermano y me habría podido avisar y podríamos haber hecho algo para que no se lo llevaran”, le dijo Piedad a algunos de sus allegados.
La frágil situación emocional de Piedad Córdoba posiblemente se complicó más el pasado 2 de enero cuando su hermano Álvaro se declaró culpable de los delitos de narcotráfico en Estados Unidos.
En el reportaje sobre la mamá de Piedad que ya hemos mencionado, escrito por Pacho Escobar, en el portal KienyKe en 2012, contaban que doña Lía le reclamaba a su hija: “Cómo es posible que no pensés ni en tu familia y peor aún, en vos misma, en tu salud, en tu integridad. Ahora vea esto, la gente se da cuenta quiénes son tus hermanos y la cogen contra ellos”. Y que ante tal regaño, Piedad ofreció cambiarse el apellido, pero su mamá le contestó que esa no era la solución y luego de discutir dejaron de hablar durante una semana. El periodista anota que “nunca habían estado tanto tiempo alejadas. Pronto volvieron a hablar”.
Lamentablemente, para Piedad y su familia, esta vez no ocurrió así.
Dos días antes de su muerte, Piedad Córdoba le contó a una de sus amigas que había estado muy mal, pero que ya estaba mejor. Que estaba muy impedida y no podía caminar.
Natalia, la hija de Piedad, estuvo pendiente de la combativa senadora en los últimos tiempos. Fue ella quien la encontró ya muerta en el piso de su apartamento.
FUENTE: El Colombiano